27 de agosto de 2014

Tu valor no está en tus éxitos o en tus fracasos

A veces me cuesta encontrar las palabras exactas para explicar ideas que brotan de dentro, casi diría del estómago o del corazón, más que de la cabeza y ésta es una de ellas.

Me cuesta poner en palabras la idea, para mi fundamental, de distinguir lo que somos de lo que hacemos o del resultado de lo que hacemos.

Supongo que son muchos años pasando por evaluaciones escolares primero y laborales después donde el foco se pone exclusivamente en el resultado. Todavía recuerdo las discusiones que tenía con las profes de matemáticas y de física cuando intentábamos que nos valoraran en los exámenes más allá del resultado del problema formulado. ¿Por qué no se tenía en consideración el planteamiento del problema, la línea de argumentación o pensamiento, más allá del posible error o acierto en las operaciones puramente matemáticas?

El proceso, desde mi punto de vista, es lo que es realmente potente en el crecimiento y desarrollo de una persona. Valorar única y exclusivamente el resultado es ser corto de miras y solo conduce a la evitación de lo que no “se nos da bien” y en casos más extremos al inmovilismo.

Cuando vamos creciendo, buscando el reconocimiento externo (padres y madres, profesores/as, jefes/as, compañeros/as, parejas, amistades, etc), centrando nuestra actividad en lo que se nos da bien, en lo que ya conocemos, en lo que no fracaso, puede hacer que con el tiempo me cueste mucho más probar acciones o actividades nuevas, que me cueste cambiar de trabajo o de ciudad o de pareja o de amigos por miedo a lo desconocido, que al primer fracaso deje de intentarlo de nuevo, que cualquier circunstancia o hecho que me saque de mi zona conocida me provoque mucho estrés o ansiedad…y así podríamos seguir hasta el infinito y más allá.

Comprender que la perfección no existe y además es muy aburrida, que no hay que ser bueno/a en todo y sí aprender a disfrutar del mero hecho de hacerlo e intentarlo, que lo nuevo y desconocido es una fuente inagotable de aprendizajes y que cuanto más pruebe, más flexible y adaptable seré, más capaz de sorprenderme, más abierto/a estaré a nuevas experiencias…en fin..un sin fin de posibilidades.


Así que, prueba, experimenta, descubre, empieza, muévete, equivócate, sorpréndete….y deja la perfección para otro momento!!

25 de agosto de 2014

Renacer desde la insatisfacción

Releía el otro día a Viktor E. Frankl que escribía en su magistral libro “El hombreen busca de sentido”: “La salud se basa en un cierto grado de tensión, la tensión existente entre lo que se ha logrado y lo que todavía no se ha conseguido: o el vacío entre lo que se es y lo que se debería ser. Esta tensión es inherente al ser humano y por consiguiente es indispensable para el bienestar mental. Lo que el hombre necesita realmente no es vivir sin tensiones, sino esforzarse y luchar por una meta que realmente merezca la pena

¿Se puede explicar mejor? Si esa tensión (o quizá la palabra insatisfacción también se pueda aplicar en estos momentos) es inherente a lo que somos y por tanto es fundamental para nuestro bienestar, ¿Por qué nos resulta tan frustrante, angustioso o incómodo sentirnos así?

He pensado mucho en ello estos días y creo que una de las claves es no considerar esa tensión o insatisfacción como algo natural, querer escapar de esa sensación, no aceptarla como una fuente de información sobre lo que soy y lo que quiero. Cuando empiezo a sentirme así, me evado, busco actividades que me ayuden a olvidarme de esa sensación desagradable, busco en mi entorno refuerzo que me asegure que no debería sentir insatisfecha pues en realidad “tengo todo lo que necesito”, me alimento de lo que hasta ahora me ha servido sin darme cuenta que ahora necesito otros nutrientes.

Otra de las claves tiene que ver con “esforzarse y luchar por una meta que realmente merezca la pena” y ahí nos encontramos con algo profundamente complejo. ¿Una meta que merezca la pena? Una meta (mía) que me merezca la pena a mí (y quizá no a las personas que me rodean, o quizá no para la sociedad en la que quiero ser bien recibida)

¿Me conozco lo suficiente para afirmar qué meta merece la pena para mí? ¿Me estoy esforzando o luchando por mis metas o por lo que se supone son las metas que debería tener?

Hay partes o aspectos de nosotros/as que no dejamos salir, pueden ser nuestros deseos, nuestras ilusiones o parte de nuestras necesidades, esas que son solo nuestras, que nos hacen ser seres únicos. Esa individualidad que a veces choca con lo que se espera de nosotros/as o con lo que creemos que se espera de nosotros/as.

Esa individualidad que a veces nos resulta difícil mostrar por miedo a no ser aceptados, por miedo a no encajar en un entorno que en realidad necesitamos como seres sociales que somos. Esa individualidad que cuando quiere asomar no lo permitimos y que por eso muchas veces ni nosotros/as mismos/as conocemos.

Sentimos esa tensión de la que hablaba Viktor Frankl, pero no somos capaces de hacer nada con ella porque nos resulta profundamente incómoda. Muchas veces sabemos que ya no queremos estar donde estamos, pero desconocemos donde nos gustaría aterrizar. Sabemos que el traje que llevamos nos resulta incómodo, pero no encontramos fácilmente la talla que nos sienta como un guante.

Un proceso de coaching nace siempre de esa tensión, de esa incomodidad, de esa insatisfacción. Ya no quiero estar aquí. Un proceso de coaching te ayudará a conectar con esa meta que te merezca la pena y te acompañará en el proceso, en el espacio y en el tiempo que va desde el presente hasta el futuro que necesitas y deseas.

Sabiendo como sabemos que esa tensión se producirá una y otra vez a lo largo de nuestras vidas, ¿Por qué no utilizarla para crecer, para transformarnos en algo más cercano a lo que deseamos en estos momentos?


20 de agosto de 2014

El desarrollo continuo....o perseguir estrellas

¿Cuánto tiempo inviertes en tener un espacio cómodo, limpio y agradable en el que vivir?

¿Cuánto tiempo inviertes en llegar al sitio en el que trabajas/estudias/recibes apoyo para encontrar trabajo/...?

¿Cuánto tiempo inviertes en cuidar o atender a las personas que te importan? 

¿Cuánto tiempo inviertes en preocuparte o planificar tu mañana? 

¿Cuánto tiempo inviertes en ti y en tu bienestar personal? 

"Lo importante no es el tiempo, sino lo que hacemos con él." Es decir, sabiendo cuales son mis prioridades, encontrar la manera de dedicar tiempo a realizarlas, equilibrándolo con el tiempo que necesito invertir en otros asuntos.  

¿Te has planteado alguna vez el resultado de esta ecuación? 

Creemos que el desarrollo personal es un área importante a la que dedicar tiempo de manera continua. Crecer, aprender y ser, pasan por la necesidad de generar una autoconciencia para la que es necesario dedicar un tiempo, unos recursos, una motivación. 

Dentro de poco, encontrarás una nueva propuesta de Kaiden. Una propuesta de trabajo en tu desarrollo personal que pueda ajustarse a tus necesidades. 

¿Quieres saber más? Aquí tienes más información. 

18 de agosto de 2014

La transformación o un cambio de observador

"En el fondo de un viejo estanque vivía un grupo de larvas que no comprendían por qué cuando alguna de ellas ascendía por los largos tallos de lirio hasta la superficie del agua, nunca más volvía a descender donde ellas estaban.

   Se prometieron una a otra, que la próxima de ellas que subiera hasta la superficie, volvería para decirles a las demás lo que le había ocurrido.
   Poco después, una de dichas larvas sintió un deseo irresistible de ascender hasta la superficie. Comenzó a caminar hacia arriba por uno de los finos tallos verticales y cuando finalmente estuvo fuera, se puso a descansar sobre una hoja de lirio. Entonces experimentó una transformación magnifica que la convirtió en una hermosa libélula con unas alas bellísimas. Trató de cumplir su promesa, pero fue en vano. Volando de un extremo al otro de la charca podía ver a sus amigas sobre el fondo. Entonces comprendió que incluso si ellas a su vez hubieran podido verla, nunca habrían reconocido en esta criatura radiante a una de sus compañeras." (Walter Dudley Cavert)
Algo similar sucede cuando trabajamos en un proceso de coaching. Empezamos a sentir esa necesidad de cambiar de posición, de movilizarnos y nos situamos en un lugar distinto desde el que nos observamos y observamos a nuestro entorno.
¿Aprendizaje? ¿Transformación? ¿Cambio? ....qué te sugiere esta fábula. Hay quien la usa para explicar el paso de la vida a la muerte, sin embargo creo que se ajusta muy bien a un proceso de aprendizaje o de cambio, ambos, necesariamente nos transforman. 
¿Crees que cambiar la posición desde la que habitualmente observas tus objetivos, metas, problemas, relaciones,...puede ayudarte a encontrar nuevas perspectivas? ¿Quizás puede ayudarte a ver tus alas y tu belleza? ¿Puede ser que pierdas algo en el camino? ¿Y qué es lo que ganarías?
Si crees que un proceso de coaching puede ayudarte ¿es este un buen momento? Pregúntanos por nuestras tarifas, experiencia y forma de trabajar: info@kaiden.es 
¡Atrévete a conectar con tus alas!